Las alas y el alfiler
El lenguaje de la ficción de Carlos Yushimito es una crisálida en la que se producen transformaciones del mundo que pueden ser atrapadas y fijadas dentro de una cajita con un alfiler.
Hay libros que son como grimorios, compendios de hechizos mágicos con cuyo contacto el lector puede aspirar a revelar las fuerzas secretas de las palabras, aptas para crear realidades más allá de lo cotidiano. El peso inevitable de las palomas (Seix Barral, 2023) de Carlos Yushimito es, a su manera, también un pequeño grimorio y su escritor un pequeño mago de la palabra. Así como los conjuros y hechizos mágicos pueden crear e invocar nuevas realidades, los cuentos de Yushimito crean —con las circunvoluciones imaginarias de su lenguaje— secretas realidades con las cuales un lector puede sentir que las palabras son, de algún modo, alas que le permiten volar más allá del pesado mundo físico.
«Pero Mitsuo pensaba que todavía era posible liberarse del peso inevitable de las palomas», narra el cuento homónimo del libro, en el cual Mitsuo, un pintor de palomas, se esfuerza por trascender la realidad sórdidamente física de esos seres y así volar él mismo sin la atadura del peso físico que ata a esos animalillos a la suciedad de su vida en el suelo. Mitsuo, casi como un alter ego artístico de Yushimito, «intentaba atraerlas de una manera que revelara su verdadera naturaleza, y en sus óleos, las palomas eran siempre monstruos disfrazados de palomas, farsas de palomas que se sacudían como si quisieran arrebatarle al mundo sus plumas, robarle su esplendor, levantar todo lo que había quedado enterrado bajo ese escenario estéril». Como el pincel transformador de Mitsuo, la pluma de Yushimito revela la capacidad plástica que tiene el lenguaje para darnos alas, arrebatándole al mundo sus plumas.
La niña del cuento «La inminencia de las transformaciones» convierte —en su pensamiento, en sus palabras— a un hombre que salta en un hombre que vuela y, del mismo modo, en los cuentos de Yushimito el poético lenguaje de la ficción se convierte en una herramienta que metamorfosea el mundo que albergamos en lo más profundo y nos enseña a comprender que ese mundo transformado es, al mismo tiempo, una bendición y una maldición. «Si nuestros pensamientos se hacían ligeros, ¿no corríamos el riesgo de elevarnos en el aire, gráciles y vulnerables, como los estambres de una flor?», piensa la niña, deseando y temiendo al mismo tiempo ese poder.
La metamorfosis, como símbolo poético, pareciera dar forma al deseo de escape que libera de unas formas no elegidas, de unas formas impuestas desde nuestra corporalidad y nuestra identidad; pero también al temor de que, al transformarnos, nuestra identidad se desvanezca y desaparezca. Solo un hechicero preciso podría ser capaz de atrapar al vuelo esa metamorfosis en su momento justo; precisamente, el lenguaje de la ficción de Yushimito es una crisálida en la que se producen transformaciones del mundo que pueden ser atrapadas y fijadas dentro de una cajita con un alfiler, como la mariposa del cuento «Ojos verdes». «Tan difícil de capturar que algunos ya la dan por desaparecida hace años, amigo. (…) Pero aquí el señor (…) es el experto en atraparlas. (…) También atrapa sus secretos. Un poco brujo tiene que ser para poder hacerlo, ¿no cree?». Y un poco brujo tiene que ser Yushimito para atrapar, con su alfiler de entomólogo de las palabras, el lenguaje en ese preciso instante en que abre las alas y florea con iridiscencias de azul fantasía. El peso inevitable de las palabras recibe, en la prosa de Yushimito, unas alas que nos permiten volar, pero también son clavadas con un fino alfiler para evitar que se vuelvan demasiado gráciles y vulnerables hasta hacerse irreconocibles.